De este
acercamiento a la década de los 80’s podemos concluír que el concepto de cultura se encuentra en constante
construcción y transformación, estos cambios en el concepto van de la mano de
las circunstancias de la época, de la situación política, económica, social.
Todas las expresiones que marcan una época están ligadas al acontecer del
mundo, aunque cada país o incluso cada región pueda tener cambios particulares
o intentar mantener su cultura dentro del marco tradicional, esta se verá
afectada de alguna manera por la influencia del mundo pues los procesos de globalización
ya están muy avanzados. Somos ciudadanos del mundo.
Los ochentas
marcaron varias generaciones, en esta época es cuando precisamente se ponen en
marcha estos procesos de globalización, aunque inicia con el fin de la segunda
guerra mundial, la migración y la guerra
fría y prosigue en los 70’s con el neoliberalismo de Friedman, puede decirse
que en los 80’s se empiezan a ver los resultados, buenos o malos de estos
procesos, con la dictadura de Pinochet en Chile, la vuelta a la democracia de
Argentina después de la guerra de las Malvinas, la apertura económica de la
Unión Soviética y con ello la esperanza del cambio. Pero no solo el ambiente
económico y político influye en el mundo, el auge de la cultura pop iniciado
por Warhol y su pop art en los 70’s también consolida en los 80’s la
globalización de la moda. La muerte de John Lennon y de Bob Marley, los
convirtieron en íconos, el lanzamiento del canal MTV y la nueva expresión
artística del video clip, cambiaron la manera de percibir la música y de cómo
transferir los pensamientos al mundo entero. Madonna, Michael Jackson, las
películas iconográficas como “Flashdance” o “volver al futuro”, el lanzamiento
de Microsoft que cambió la vida de toda la humanidad acercando la tecnología a
los hogares, los video juegos que también han cambiado la vida de la humanidad,
para bien o para mal según su manejo. La muerte de Fredie Mercury y la
necesidad de asumir la realidad del SIDA, de la liberación sexual a la
protección sexual; el accidente de Chernobyl y la creación de movimientos
pacifistas, los primeros discursos sobre protección del medio ambiente,
desarrollo sostenible, preocupación por las futuras generaciones. Star wars, E.T., Terminator, Rambo y toda la
adoración por la cultura popular; “Another brick in the Wall” de Pink Floyd y
la sensación de haber llegado a la meta con la caída del muro de Berlín.
Sucesos que hicieron que la juventud soñara con un futuro próspero y
absolutamente lleno de color.
Latinoamérica y
Colombia en particular tuvieron sus propias interpretaciones de los sucesos, y
también sumaron su cuota de acontecimientos.
En nuestro país, la época de la violencia dejó una huella imborrable en
nuestras mentes, la sed de venganza que tenían los actores de esa guerra de los
carteles de las drogas y la zozobra que se sentía día a día en la ciudad es un
recuerdo que sobrevive en aquellos que la vivieron. La locura de poder de Pablo
escobar, la idolatración a este personaje o el odio al mismo levantó una guerra
entre los ciudadanos del común, ideas que aún persisten en algunas personas que
siguen pensando que Escobar era un héroe de la patria y que por supuesto
influyeron en la reciente moda de la apología al narcotráfico y el dinero fácil
tan mostrado en las nombradas narconovelas. Sin embargo, a pesar del miedo que
por esa época pululaba en el país, las personas que vivieron a plenitud la
década de los ochenta, la recuerdan con mucha felicidad, pues más que los
sucesos políticos y tristes eventos de violencia, lo que los marcó fue la
cultura popular. Los programas de televisión que unían a la familia en este
ritual de ver “Dejémonos de vainas” o “Don Chinche”. El copete “Alf” y toda la
ropa con hombreras es lo que recuerdan con gracia y un poco de rubor en las
mejillas porque eso que en esa época consideraban lo más “in”, ya no les parece
tanto. La llegada de la comida rápida también generó unos cambios en las
costumbres alimenticias de los colombianos, los sitios más emblemáticos en
Bogotá, “La pizza nostra” y “La perrada deEdgar” recuerdan los ochenteros,
aunque para los que no tenían recursos para ir a esos sitios de nuevo “in”
quedaba la opción económica, nuestra versión criolla de la Fast food el salchichón con pan.
Podríamos
recopilar recuerdos y más recuerdos de esa época que si marcó a las generaciones
y que las sigue marcando pues con la moda Retro,
lo ochentero volvió a estar de moda, la música, la ropa un poco a lo Madonna y
quizás el resurgimiento de la ilusión de cambiar el mundo, de volver a soñar,
porque esta juventud, la de los 2010 está cansada de la violencia, quiere y
pide a gritos que se le cumplan los sueños de libertad y de paz que les
prometieron en los 80’s y que por fortuna el agobio y la desesperanza de los
90’s y 2000 no les pudieron robar.
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ResponderEliminarA MODO DE CONCLUSIÓN:
ResponderEliminarSon diversas y complejas las posturas a la hora de evaluar la evolución cultural de Colombia, tomando como punto de comparación la década de los ochentas. Me tomare el atrevimiento de elaborar una reflexión a modo de conclusión: Son diversas las dinámicas que se deben dilucidar a la hora de generar un contraste, más bien expondré lo que considero son las consecuencias de aquella época devastadora y amenazante; si revisamos la cultura del fenómeno narcotráfico podemos aseverar que contamino gran parte de aquellos que creyeron ciegamente en la vida “Facil” y es porque en las acciones delictivas: matar, robar, secuestrar y servir de mula, no me parecen “Fáciles”, pero se volvió un icono, casi un deber ser del estilo de vida de aquellos pequeños de veían noticias y anhelaban ser como los grandes capos, si anexamos en la actualidad las poco educativas y muy singulares novelas colombianas, donde se reivindica ese imaginario casi colectivo del ser rico con poco trabajo, series como el capo, sin tetas no hay paraíso, la vendedora de rosas, entre otros, marcaron toda una generación, me sorprende y asusta como en los colegios escucho a los chicos imitar, valorar y hasta anhelar aquellas épocas, como si la crueldad de lo ocurrido fuera opacada por la ostentosidad y espectáculo del narcotráfico.
Si bien es cierto las aperturas que se generaron tampoco fueron favorables, gracias a presidentes ilustres como “Gaviria” se abrieron las fronteras de tal manera que nuestra incipiente economía quedo expuesta ante las grandes maquinarias industriales que buscaban hambrientas mercados y consumidores, pasamos de proteger a nuestros empresarios a enfrentarlos sin armas a las marcas y nociones de negocio más competitivas y eficientes que venían del exterior, y si miramos alrededor vemos las consecuencias, que paso con el Restrepo, ley, Tia, Bavaria, Acerías paz del rio, Postobon, alianza suma, entre otros muchos ejemplos, y es que nos queda tan poco como nuestro y únicamente propio. No es por ser arcaica o desvalorar las ventajas tecnológicas de la globalización, pero esa tecnología no es nuestra, gracias a nuestras “eminencias” de gobernantes y a la indiferencia de un pueblo sumido en la ignorancia, pasamos de ser un país agrario autosustentable a importar aproximadamente el 70% de los alimentos, a ser mineros y contaminar nuestros ríos y tierras, a eliminar el cultivo de alimentos por el de la palma de cera para producir hidrocarburos, que contamina por 100 años el terreno donde es cultivada. Lamento el pesimismo y las críticas subjetivas a esta realidad palpable, espero no haber sido muy fuerte en las apreciaciones.
Por otro lado, esta apertura nos permitió ser visto por el mundo, no en películas norteamericanas con micos y caballos en plena capital, como los narcotraficantes del mundo, nos han dejado ver otra cara de la moneda, como una posibilidad de ser reconocidos por nuestra cultura, cantantes, comidas típicas, deportistas, atracciones turísticas y toda fuente de riqueza cultural, parafraseando alguno de los textos de Olive, podemos decir que en pleno proceso de globalización lo diferente marca y transforma, es ahí la posibilidad que Colombia salga del anonimato mal publicitado y se presente al mundo con la bandera multicultural y pluriétnica.